Gabriela Mistral nos ha dejamos mucho a los docentes; cada vez que leo sus palabras dedicadas a la educación, me llega una fuerza desbordable de cambiarlo todo. Sé que podemos hacerlo las y los profes, pero no podemos hacerlo solos. Es por eso, que te invito a leer el decálogo de Gabriela, para que te inspires y te sumes al cambio, por una educación de calidad, digna y justa para todas y todos.
Ama, si no puedes amar mucho, no enseñes a niños.
Simplifica, saber es simplificar sin restar esencia.
Insiste, repite como la naturaleza repite las especies, hasta alcanzar la perfección.
Enseña, con intención de hermosura, porque la hermosura es madre.
Maestro, sé fervoroso. Para encender lámparas has de llevar fuego en el corazón
Vivifica tu clase. Cada lección ha de ser viva como un ser.
Cultívate, para dar, hay que tener mucho.
Acuérdate de que tu oficio no es mercancía sino que es servicio divino.
Antes de dictar tu lección cotidiana, mira a tu corazón y ve si está puro.
Piensa en que Dios te ha puesto a crear el mundo del mañana.
Cada cierto tiempo leo este decálogo y reflexiono acerca de lo poco o lo mucho que lo llevo a cabo en mi ejercicio docente.
Te invito a hacer lo mismo... ¿Existen el o la profe perfecta? Pues claro que no, pero si nos cuestionamos y hacemos cambios en nuestro ejercicio periódicamente para ir en mejoría, probablemente somos excelentísimos maestros.
Cariños, Bárbara